@VictoriaMus
Que ya no es lo mismo,
que se perdió la mística, que el verdadero monstruo era el que entraba gratis y
se colgaba en los eucaliptus de la cima de la Quinta Vergara y pifiaba o
lloraba con el alma una canción o un chiste. Sea como sea, el Festival de Viña
sigue siendo parte de nuestro patrimonio cultural masivo, del pobre patrimonio
cultural de un país que lucha día a día por recobrar su identidad. “Algo hay”,
o “Aquí no pasa nada”. Este país es una caja de Pandora y eso aflora en la
respuesta de la gente frente a los días que dura el Festival de Festivales.
Como músico observante y practicante, quiero hoy dar mi
punto de vista, comentar algunas reflexiones que surgen de la posibilidad de
reunirse con todos los chilenos de
manera virtual y disfrutar del show. Bueno, malo, excelente, inolvidable, más o
menos, pero el show de Chile al fin y al cabo.
Todos los ojos de Latinoamérica y de las colonias chilenas
en los más recónditos lugares del mundo se posan sobre el escenario del
Festival de Festivales una vez al año, ya que históricamente ha sido catapulta
de hoy emblemáticos artistas iberoamericanos. Recordemos el nacimiento de la
carrera de Miguel Bosé, Julio Iglesias, incluso la de un tardío Paolo
Meneguzzi, y así, cientos de artistas que han visto en este espacio la
posibilidad de, por un momento, salir al mundo. La competencia ya está en
décimo plano o posterior, pero bueno, la organización tampoco ha tenido la
iniciativa de devolverle a esta festividad el espíritu original de Festival,
como ocurre con Eurovisión, que de verdad hay un gesto generoso de los medios
de comunicación por abrirle oportunidades reales a verdaderos desconocidos, en
un escenario de talla mundial, con el sonido, la iluminación y el montaje digno
de cualquier gran artista. Nos falta eso, quizás presupuesto o sólo falta
voluntad. Falta trabajar en la recuperación de lo original, buscar y rebuscar
la vuelta para afinar lo que ya hay. No quedarse en el mero show televisivo, en
el romance ilícito, en el escote sin filtro.
Pasemos ahora al detalle. Confieso que no estuve pegada al
televisor viendo cada minuto del Festival; no aguantaría una semana entera yéndome
a dormir pasado de las 4, los horarios son indignos de cualquier persona que
trabaja y tiene deberes (Sí, sí, aja), pero bueno, así es la locura festivalera
y el que puede, puede. Vi lo que pude, me enteré de todas las “sabrosidades”
(mezcla de sabroso y atroz), los destrozos y el no mercy contra los que se equivocaron y los shows que vi, me
dediqué a observar con atención de samurái. Sirve tanto instruirse así. Vamos a
revisar:
-
Eros
Ramazzotti: un ícono del pop español de los noventas. Impresionante que el
artista tocó hora y media, y cada una de las canciones que sonaron fueron hits
radiales. Punto a favor que en Chile es particularmente querido; tuvo que sacar
las canciones en español otra vez y le costaba hablar. No por eso, no se dio el
lujo de bromear con Rafael Araneda, se rió de su peinado, y lo interesante de
todo esto, es que con la entrevista posterior en backstage, se podía ver al artista en bruto, en una entrevista
bastante informal. Así, Ramazzotti se mostró natural, espontáneo, con un humor
muy particular. Su show impecable, tremenda banda y con la voz intacta. ¿Alguien
no podría reconocerlo al escucharlo?. Su timbre es único.
-
Natalia
Valdebenito: por lejos el nacimiento de un ícono en la Quinta Vergara. Se
impuso el nuevo humor, celebró feliz su triunfo pero no derramó ni media
lágrima (¡aprendan humoristas!). Se impuso como líder, ganadora, como una mujer
sin tapujos que es capaz de contar hasta los secretos más íntimos de las
mujeres sin edición y con la mayor de las gracias. Todas somos un poco lo que
ella retrató, en mayor o menor grado. Impresionante la radiografía que sacó. Me
saco el sombrero con la Nata, y de aquí al estrellato y a hacer historia.
-
Lionel
Rochie: la verdad es que de muy pequeña recuerdo haber escuchado a Lionel
Riche, su música sonaba en las escenas de la vida, pero nunca lo incorporé como
tal, por eso, según yo, no iba a conocer mucho de lo que presentara en el
Festival. Tapaboca del porte de todo Viña del Mar para mí. Porque sí me di
cuenta que conocía todas las canciones, salvo una o dos. Su música ha sonado en
todas las épocas, es transversal. Lejos, pero lejos el mejor artista que pisó
el Festival de Viña del Mar 2016. A sus 66 años, vino a darnos clases de lo que
es ser artista, con una energía que ya se la hubieran querido Don Omar o
NickyJam. Una energía verdadera. Su voz, perfecta, su expresión al interpretar,
su mirada, su alegría, la manera en que hizo participar al público de su
música, la velocidad del show, ¡¡y la banda!! La banda compuesta por pocos
músicos, pero que llenaban el escenario como una sinfónica. Impresionante. Puros
hits, sonido ecléctico, para todos los gustos y más encima, Lionel compuso el
himno de los ochentas, y quizás el más representativo de la cultura moderna:
“We are thworld”…Lionel Riche es una leyenda viva y los que lo vimos, aunque
fuera a través de la tv vivimos un momento único. Yo quedé estremecida, la
verdad. Se removió algo dentro de mí, me hice preguntas, de dónde vengo y hacia
dónde voy. Eso es lo que debe hacer un artista,
el artista que te deja preguntas y te responde verdades. Único, maravilloso,
para siempre.
-
Pablo
Alborán: sol naciente del pop latino, romántico de primera. Español, hijo
ilustre de las redes sociales, que tímidamente subía videos cantando y un día
fue descubierto. Uno de los pocos a los que se les ha cumplido el sueño del pibe:
que te descubran y te lleven a la fama sin moverte de casa. Pablo Alborán dio
un show redondo, buena puesta en escena, buenos músicos lo acompañan. Él hace
gala del romanticismo. A cada mujer que lo miraba la hizo sentir única. Generó
una atmósfera de intimidad, esa es su tónica. Escuché por ahí que hará un
receso porque necesita definir hacia donde llevará su carrera musical. Muy
sabio para sus 26 años. Yo veo que él es un diamante en bruto. Veo que va a
llegar lejos (impresión mía). ¡Además que es tan bonito!. La belleza no hace la
felicidad del músico, pero sí que ayuda. Me parece que su música puede dar más,
que él compositivamente es más y también
como intérprete vocal puede más. Yo lo atribuyo al camino natural del artista,
va bien, muy bonita presentación.
-
Edo
Caroe: lo que le hace falta a Chile!. Ícono de la nueva generación del
humor. Logró poner sobre el escenario de la Quinta lo que por lo menos el 70%
de los chilenos piensa. Eso hace falta hoy en día. Alguien que alce la voz por
nosotros, los que a diarios nos cuestionamos si abandomanos nuestros hogares y
puestos de trabajo para salir a protestar por la infinidad de injusticias del
sistema. Vía alternativa para que se alce la voz del pueblo. Que se replique,
se alce y se fortalezca.
-
Rodrigo González:
es bueno ver nuevos rostros aunque este hombre ha ejercido años en la
creación de guiones detrás de exitosos humoristas. Muy liviana su rutina, con
guiños y muletillas que quedan en la retina y luego se convierten en formas
comunes de hablar. Aludió a la identificación como recurso clave, usado por él
y los demás comediantes este festival, fue la tónica, el denominador común. Muy bien logrado.
Javiera
Mena:la prensa fue implacable con ella. Partiendo por el “chascarro” con
Alejandro Sanz. Qué difícil debe haber sido estar en su lugar. Lo imagino ¡y
sufro!. De que se equivocó, sí. Cometió el error enorme de no prepararse, sí. Si
no lo conocía lo suficiente o no era de su onda,
debió negarse a participar en “Corazón Partío” y punto. Siento que lo hizo un
poco obligada incluso. ¡Era Sanz! No cualquiera. Una oportunidad enorme para
lucir, quien sabe, más adelante hacer un dueto, componer algo juntos, tantas
cosas. Pero bueno, algo pasó, una mala pasada. Sobre su show. Para empezar,
Javiera Mena es nuestra ícono pop por excelencia, ella ha logrado sobresalir en
mercados donde difícilmente ha entrado algún chileno en este género musical, es
una gran productora y compositora. Impecable puesta en escena, su sonido
potente, el cuerpo de baile muy en la línea de la estética que ha venido
trabajando en el último tiempo. La vi contenta, disfrutando, su voz ha crecido
bastante. Sin embargo pienso que debió planear un show más arriba, más
encendido, se extendió mucho en las introducciones de las canciones, mucha
atmósfera con los sintetizadores. Escogió beats
muy lentos para empezar, quizás debió acelerar las canciones, hacer un show más
rápido. Mi opinión viene desde un lugar personal, claramente, uno cuando planea
un show debe escoger caminos, y eso es únicamente basado en las necesidades
personales. En las decisiones que uno considera tomar al momento de enfrentarse
a determinado escenario, está el éxito total, el fracaso absoluto o la total
indiferencia. Le tocó una noche con un público difícil, pese a que al parecer
el espíritu de la gente era “tenemos que apoyar al artista nacional”. Aun así,
no logró cautivar al monstruo que esa
noche era más mostro que nunca. Aperró, hizo un show que se ve elaborado
y hecho con amor. Lástima que el mundo de la televisión, la televisión más
cruda que es la que da origen al Festival de Viña, no da opciones de abrirse a
otros ritmos, al ritmo de “no todo es
punchi, punchi”. Aun así me quedo con la hermosa idea de que Javiera Mena
se paró ahí, en el escenario más importante de Chile y de Latinoamérica
representando al género femenino pop, con garra y ese precedente es lo que debe
quedar.
Y listo, estos fueron los únicos shows que
vi completos con atención de cirujano analítico e incrédulo. Encuentro que en
términos generales el festival estuvo a un buen nivel, si bien siguen faltando
artistas más actuales. Sobrareaggeton, pero entiendo que a la gente le guste.
Creo que de verdad la organización debe hacer un esfuerzo por exigir shows de
mejor nivel, exigir canto en vivo por ejemplo, porque si van a venir a doblar,
es un poco estafa igual ¿o no?. En fin. Hay artistas que sólo son de
laboratorio.
Me faltaron más artistas nacionales. Los
Vasquez, por ejemplo, que he sabido que pese a que gozan de gran popularidad no
les interesa ir al Festival…por qué será?. Algún mix de artistas cumbiancheros, algo así como la “Fonda
Permanente”, varios artistas que compartan bakcline y toquen 3 temas cada uno y
armen un show unido, rápido, entretenido. Alguien que esté haciendo nueva
balada, cómo no va a haber alguien por ahí?. El Festival de Viña es un
escenario masivo, internacional, que reúne todas las condiciones para
recuperarse de lo que fue su auge en los ochentas y noventas cuando Televisa a
través de Mega, entonces Megavisión, levantaba el evento a punta de artistas
mexicanos.Falta darle la vuelta de tuerca a la competencia, que no sea ese el
instante para ponerse a revisar Facebook, para ir a comprar o ir al baño. Así
recobraría su espíritu, de que los festivales son para dar a conocer nuevos
talentos. ¡Qué lindo sería!. No hay que echar tanta cabeza, es sólo cosa de
ordenar y reordenar de un lado para otro lo que ya hay. Refrescar, jugársela.
Pienso que la gente está más abierta los cambios de formato, a la innovación.
Independiente de eso, el Festival de Viña con todo, sigue siendo el “Festival
de Festivales”, por tradición y herencia, y lo vamos a seguir queriendo así,
con lo bueno, lo desarmado, las desafinaciones, las masacres humorísticas. Es
parte de nuestra cultura colectiva y refleja dónde estamos como país, con más o
menos seso, sin tomarlo tan en serio, lo pasamos bien. ¡Nos vemos el 2017,
Festival de Viña!
VICTORIA MUS
Reporter
M-Gallegos Group
Chile
Twitter: @VictoriaMus
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